Decían eso de que el saber no ocupa lugar, pero algunas evidencias parecen indicar que en la vida pública lo hace y además produce dolor de cabeza.
Atribuyen a Keynes esta brillante idea:
“There is nothing a government hates more than to be well-informed; for it makes the process of arriving at decisions much more complicated and difficult”
En español: “No hay nada que un gobierno aborrezca más que el estar bien informado, dado que el proceso de toma de decisiones se vuelve mucho más complicado y difícil”
Y en efecto, parece que varios acontecimientos recientes lo ilustran: en los nombramientos de políticos sanitarios para cargos ministeriales o consejeriles, parece que ser experto en el tema a gestionar se convierte en una barrera infranqueable para acceder al cargo (no me hagan dar nombres, pues hay demasiados a derecha e izquierda); igual ocurre en los responsables de los partidos políticos para la sanidad; y por supuesto en los nombramientos de altos cargos institucionales y gerencias de centros y programas sanitarios.
Pensando en el asunto, quizás tenga su lógica; si la lógica política me indica que debo abrir un hospital en un lugar, poner en marcha una libre elección, o una garantía de tiempos de espera, casi es preferible no complicarse la vida con las implicaciones financieras o técnicas de la propuesta; especialmente si los costes de esta medida pueden ser arrojados a la legislatura o a la generación venidera.
A más conocimiento, más preocupación y sufrimiento. Y como nadie quiere vivir en un valle de lágrimas, la inconsciencia atrevida se abre lugar e impulsa hacia arriba a los más fieles y desenfadados practicantes del arte de la política postmodernas.
¿Qué hacer?; difícil… al menos desde el mundo del conocimiento, ya que se están volviendo casi inmunes a la influencia de cualquier evidencia científica que les lleve la contraria …
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