Curioso caso estudio sobre conducta política… veamos:
Los chicos del PP valenciano lo tenían todo atado y bien atado con el tema Correa-Bigotes. Cuando el Juez de la Rúa (más que un amigo de Camps según confesión propia de éste) archiva el segmento valenciano del caso Gürtel, salen en tromba festejando su inocencia, y contra-atacando a los que se habían atrevido a dudar de su honorabilidad.
Nada que objetar por el lado de la presunción de inocencia . Mucho que objetar por el evidente conflicto de interés entre el que juzga y el que es juzgado, que sólo hace más hondo el agujero de desprestigio del poder judicial.

Pero … el mensaje que subyace preocupa mucho: parecería que todo lo que no esté contemplado como delito (incluido el cohecho impropio), o lo que no pueda probarse materialmente, valdría en el juego de la política. ¿Recuerda alguien lo de la mujer del César? (no precisamente Rita Barberá, que intentó arreglar el asunto con una incomprensible y patética metáfora sobre los regalos de anchoas del presidente cántabro.
Sin embargo, las cosas aún pueden envenenarse más: la bravata de que la victoria electoral sería la verdadera reválida que limpiaría el honor de los políticos valencianos encausados, supone un lanzazo más profundo en la herida (ya amplia) que ha abierto en la calidad democrática de nuestras instituciones. ¡Viva el populismo!; el voto lo limpia todo…
El desenlace (provisional) de esta tragi-comedia, también tiene su interés: de pronto se levanta el secreto del Sumario-Garzón, y miles de páginas con suculentas conversaciones telefónicas intervenidas, nos permiten asistir desde primera fila de cotilleo a la insoportable estética de los protagonistas del asunto. Zafiedad, amiguismo, vulgaridad, insolidaridad, oportunismo… Al darnos cuenta de la falta de calidad humana e intelectual de estas criaturas, se cae la venda de los ojos, y de pronto empiezan a pedirse dimisiones.
El pobre Costa, con su Lacoste y su habla pija (las delicias de Wyoming), no entiende porqué le explota la situación en la cara. Algo que creía tener atado y bien atado al haberse sobreseído el expediente valenciano, y al tener encuestas de popularidad y voto a favor.
Lo que nadie le ha explicado es que en las sociedades post-modernas (imagen, forma, levedad…) la estética es más importante que la ética. Una grabación de conversación cutre, casposa y corrupta, valen más que mil palabras de un sumario.
También es una pena. Que sólo por el daño a la estética se repare la violación despiadada de la ética. Así vamos…