Mi buen amigo Nacho Martínez Millán de la Escuela Andaluza de Salud Pública, me manda esta reflexión para subirla al blog; el título de "patera médica" que aparece es mío, para añadir un toque colorista y de contraste: creo que comentaban que han más médicos de Malawi en Manchester que en Malawi. Tema y reflexión muy seria que creo debe interesarnos ... y buscar alternativas. Nos van a acabar diciendo a los países ricos ... "¡casi mejor que no nos ayuden tanto!"
Gracias Nacho
José Repullo
La carencia de profesionales de salud y nuestra peculiar manera de enfrentarla.
“Primum non nocere”
El viejo aforismo hipocrático se cita cada vez con más frecuencia para referirnos no ya a las actividades clínicas propias de profesionales de la atención a la salud, sino al desarrollo de políticas de salud y a sus efectos previsibles.
Una buena parte del incremento de su uso podemos achacarlo, afortunadamente, a una mayor conciencia crítica de la ciudadanía, incorporada al hacer del mundo político y profesional. El criterio de prudencia y la aplicación del mejor conocimiento disponible a la toma de decisiones (políticas, gestoras, clínicas) se imponen como la vía correcta para el desarrollo del ejercicio profesional.
Aquí la máxima citada quiere convertirse en una llamada de atención ante una de las maneras en las que desde el norte enfrentamos nuestra carencia de profesionales de la salud, y a la que nuestro país no es ajena: La captación activa de profesionales de la salud de los países del sur para que suplan nuestros déficits de planificación, déficit que ya comienza a afectar en determinadas épocas y especialidades a la actividad asistencial. En nuestro caso se produce un fenómeno de doble direccionalidad pues por una parte recibimos profesionales del sur y por otra emitimos hacia otros países del norte.
Afortunadamente ya forma parte del debate social la crisis que la falta de profesionales sanitarios está generando en nuestros sistemas de salud y el dramático efecto que las políticas, que pretenden suplir estas carencias mediante la contratación de profesionales de los países del sur, están generando sobre sus débiles sistemas de salud.
La legítima búsqueda por nuestros gerentes de respuesta a las necesidades no cubiertas de profesionales en nuestros centros asistenciales no puede encontrar su camino en la precariedad de los sistemas de salud del sur, en la falta de oportunidades que proporcionan para el cumplimiento de las expectativas de sus profesionales de desarrollar un ejercicio motivador y satisfactorio, en las dificultades que encuentran para cumplir con sus proyectos vitales y personales.
Las legítimas aspiraciones personales de estos profesionales del sur de encontrar mejores condiciones para su trabajo, y para la vida, no pueden tener como única respuesta real la inmigración y desempeño de su ejercicio profesional en los sistemas sanitarios del norte. No deberíamos comportarnos como pescadores que faenan con ventaja en los caladeros de la desesperanza eligiendo a quienes abrir la red cuidadosamente tejida por un sistema insolidario e injusto que no quiere mirar en profundidad los efectos de sus acciones.
Más allá de los códigos de conducta firmados que persiguen no facilitar la contratación de profesionales del sur en los sistemas públicos de salud del norte, es necesario que analicemos en qué medida nuestras políticas de cooperación norte-sur integran esta realidad. Debemos potenciar las iniciativas que, respetando la libertad individual para elegir dónde una persona quiere realizar su proyecto vital y profesional, trabajen en la creación de mejores condiciones en los países del sur que garanticen a su ciudadanía al menos el mínimo de servicios profesionalizados y la equidad de acceso.
El déficit de financiación de los sistemas del sur, la falta de planificación de los recursos tanto en el norte como en el sur, la adecuada formación profesional y la creación de las condiciones para un ejercicio satisfactorio que responda a las necesidades sociales personales y profesionales de las personas implicadas tienen que ser consideradas como factores de un problema global, problema que debe incorporar en su análisis el de los efectos de nuestras decisiones más allá de los límites de nuestras fronteras, contemplando y respetando todas las miradas y todos los derechos.
Las políticas de recursos humanos en el sector salud y las de cooperación deberán ser contempladas desde esta perspectiva globalizada si no queremos ahondar la brecha que ya nos separa. “Primun non nocere”, tampoco a quienes casi siempre se nos olvidan.
J. Ignacio Martínez Millán
Profesor de Salud Pública
Gracias Nacho
José Repullo
La carencia de profesionales de salud y nuestra peculiar manera de enfrentarla.
“Primum non nocere”
El viejo aforismo hipocrático se cita cada vez con más frecuencia para referirnos no ya a las actividades clínicas propias de profesionales de la atención a la salud, sino al desarrollo de políticas de salud y a sus efectos previsibles.
Una buena parte del incremento de su uso podemos achacarlo, afortunadamente, a una mayor conciencia crítica de la ciudadanía, incorporada al hacer del mundo político y profesional. El criterio de prudencia y la aplicación del mejor conocimiento disponible a la toma de decisiones (políticas, gestoras, clínicas) se imponen como la vía correcta para el desarrollo del ejercicio profesional.
Aquí la máxima citada quiere convertirse en una llamada de atención ante una de las maneras en las que desde el norte enfrentamos nuestra carencia de profesionales de la salud, y a la que nuestro país no es ajena: La captación activa de profesionales de la salud de los países del sur para que suplan nuestros déficits de planificación, déficit que ya comienza a afectar en determinadas épocas y especialidades a la actividad asistencial. En nuestro caso se produce un fenómeno de doble direccionalidad pues por una parte recibimos profesionales del sur y por otra emitimos hacia otros países del norte.
Afortunadamente ya forma parte del debate social la crisis que la falta de profesionales sanitarios está generando en nuestros sistemas de salud y el dramático efecto que las políticas, que pretenden suplir estas carencias mediante la contratación de profesionales de los países del sur, están generando sobre sus débiles sistemas de salud.
La legítima búsqueda por nuestros gerentes de respuesta a las necesidades no cubiertas de profesionales en nuestros centros asistenciales no puede encontrar su camino en la precariedad de los sistemas de salud del sur, en la falta de oportunidades que proporcionan para el cumplimiento de las expectativas de sus profesionales de desarrollar un ejercicio motivador y satisfactorio, en las dificultades que encuentran para cumplir con sus proyectos vitales y personales.
Las legítimas aspiraciones personales de estos profesionales del sur de encontrar mejores condiciones para su trabajo, y para la vida, no pueden tener como única respuesta real la inmigración y desempeño de su ejercicio profesional en los sistemas sanitarios del norte. No deberíamos comportarnos como pescadores que faenan con ventaja en los caladeros de la desesperanza eligiendo a quienes abrir la red cuidadosamente tejida por un sistema insolidario e injusto que no quiere mirar en profundidad los efectos de sus acciones.
Más allá de los códigos de conducta firmados que persiguen no facilitar la contratación de profesionales del sur en los sistemas públicos de salud del norte, es necesario que analicemos en qué medida nuestras políticas de cooperación norte-sur integran esta realidad. Debemos potenciar las iniciativas que, respetando la libertad individual para elegir dónde una persona quiere realizar su proyecto vital y profesional, trabajen en la creación de mejores condiciones en los países del sur que garanticen a su ciudadanía al menos el mínimo de servicios profesionalizados y la equidad de acceso.
El déficit de financiación de los sistemas del sur, la falta de planificación de los recursos tanto en el norte como en el sur, la adecuada formación profesional y la creación de las condiciones para un ejercicio satisfactorio que responda a las necesidades sociales personales y profesionales de las personas implicadas tienen que ser consideradas como factores de un problema global, problema que debe incorporar en su análisis el de los efectos de nuestras decisiones más allá de los límites de nuestras fronteras, contemplando y respetando todas las miradas y todos los derechos.
Las políticas de recursos humanos en el sector salud y las de cooperación deberán ser contempladas desde esta perspectiva globalizada si no queremos ahondar la brecha que ya nos separa. “Primun non nocere”, tampoco a quienes casi siempre se nos olvidan.
J. Ignacio Martínez Millán
Profesor de Salud Pública
1 comentario:
Aún compartiendo, en el fondo, la preocupación expresada, pienso que debemos enmarcar este fenómeno en una realidad mucho más compleja y amplia, caracterizada por elementos tales como internacionalización, globalización, multiculturalismo, etc. En mi opinión, no es sólo - ni fundamentalmente - un problema de mala (o ausencia de)planificación de recursos en algunos países "ricos" o de condiciones y expectativas laborales adversas en los países "pobres", sino una manifestación más del nuevo orden cultural mundial (complejidad y caos). La sostenibilidad del modelo socio-económico-cultural requiere profundas transformaciones, basadas en nuevas interpretaciones de los hechos. No simplifiquemos el debate.
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