miércoles, 15 de octubre de 2008



En la página de opinión de El País de hoy me han publicado un artículo en el que intento expresar mi preocupación por el rumbo de la sanidad de Madrid; le he puesto un título un tanto colorista y al hilo de lo noticiable (“activos tóxicos...”), pero en este caso la metáfora me parece tan cercana que se torna en descripción.

Sé que mi forma de ver los temas no es la que domina en las protestas y reivindicaciones del sector (más proclives al enrocamiento en los modelos tradicionales de gestión administrativa): creo que Esperanza Aguirre ha torcido gravemente los consensos y sendas previas, pero que no hay que regresar al mundo apacible de las burocracias públicas, sino apostar decididamente por la reforma del gobierno y la gestión pública de los servicios sanitarios; si esto no se consigue, los que defendemos no sólo el aseguramiento público sino la gestión pública, estaremos siendo parte del problema y no de la solución; y estaremos dando armas a quienes buscan a través de la externalización de componentes de la provisión objetivos de beneficio particular y no ganancias de eficiencia y valor social.

Os paso el enlace; espero que os guste, o al menos que os parezca interesante.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Activos/toxicos/sanidad/madrilena/elpepiopi/20081015elpepiopi_12/Tes?print=1

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el artículo. Has sido capaz de resumir en pocas líneas, el análisis más fidedigno que se ha podido leer de lo que está pasando en Madrid en los últimos tiempos.
Remarcar la falta de interés institucional en esta comunidad autónoma por impulsar la Atención Primaria, que de forma colateral ha sufrido una descapitalización que la está relegando a un lugar cada vez más testimonial dentro de este sistema, que ofrece papeles estelares a los hospitales, protagonistas fallidos de la película.
En unos tiempos donde se considera a la AP más necesaria que nunca, y se pide que se recupere el papel que no debió abandonar nunca:
http://www.who.int/entity/whr/2008/08_overview_es.pdf

Gracias, profesor.

José Repullo dijo...

Gracias por tu comentario; lo de primaria daría para todo un artículo entero; más cuando se vayan conociendo algunos de los proyectos que parecen ir dirigidos a desestructurar las unidades de gsetión de primaria, sin poner ninguna alternativa creible que no sea la abducción hospitalaria, empresarial o ambas...
un abrazo y ojala los despropósitos se ralenticen o incluso se reconsideren ....

José Luis Martí dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el articulo. Llama la atencion el deficiente disenio institucional de la externalizacion de servicios publicos, que creo aun mas grave en el caso de la sanidad. Tambien del Pais adjunto una noticia que me llamo la atencion hace unos dias. Notese que las multas por baja calidad seran solo en los "servicios que funcionen muy mal", y tomaran la forma de "deducciones economicamente pequenias". Para hablar luego de los incentivos del mercado
http://www.elpais.com/articulo/madrid/Multas/baja/calidad/elpepiespmad/20080924elpmad_8/Tes

Agueda Quiroga (agueda.quiroga@gmail.com)

José Repullo dijo...

interesante lo que mencionas; si te fijas bien la trasferencia de riesgos plantea problemas insolubles: una penalización excesiva pone en riesgo financiero las prestaciones del hospital o servicio del concesionario... y la población acaba siendo receptora del castigo. por eso lo que se diseñan son señales financieras de baja intensidad (ojo, que creo que también en la mayoría de estos sistemas los beneficios empresariales están tasados ...)
gracias por tus comentarios

José-Manuel Freire dijo...

Al hilo del comentario de E. Quiroga.
Me ha interesado el comentario de Agueda Quiroga porque apunta a un tema clave. En contra de lo que muchos creen el verdadero agujero negro de la sanidad madrileña con Aguirre no es tanto la privatización, como la mala gestión y el mal gobierno de casi todo. Incluida las privatizaciones. Agueda se refiere a ello educada y académicamente como un “deficiente diseño institucional de la externalización”. La verdad es que este es un punto clave, una reflexión en la que hay que profundizar. Y de la que hay que sacar consecuencias.
La extraordinaria acogida del artículo publicado por mi amigo, compañero en la ENS y colega de blog, José R Repullo, en El País responde a dos claves. La primera, muy obvia, es un excelente texto – buena pluma, análisis brillante y claro- sobre lo que está sucediendo en la sanidad de Madrid. La segunda es la necesidad sentida por mucha gente de tener una interpretación informada que sirva para entender que está sucediendo, por qué, y con qué consecuencias. Esta demanda de conocimiento va muy unida al interés por vislumbrar alternativas de buena gestión y gobierno de lo público en sanidad. Y el primer paso para ello es un buen diagnóstico. Estoy seguro que el gran eco del trabajo de JRR ha abierto un camino. Así lo indica el breve pero importante comentario de Agueda Quiroga. Próximamente más en esta línea

Anónimo dijo...

Antes de nada felicitar a JRR por el artículo y, más aún, por el blog (me he incorporado recientemente y reconozco que tras un título sugerente se esconde, para variar, un contenido igualmente atractivo).

La cuestión es muy interesante y me parece que encierra reflexiones de mucho peso en términos de necesidad ¿es el recurso hospital el objetivo prioritario en un sistema sanitario como el nuestro? Y en términos económicos ¿es legítima la herencia que deja tras de si un gobernante que desarrolle este tipo de sistemas sin consenso?. En ambos casos la respuesta de sentido común es que no y eso es suficiente para cuestionar el caso, plantearse cómo se ha producido, cuáles son los mecanismos que conducen a la toma de semejantes decisiones (tema ya apuntado en otra entrada de este mismo blog) y cuáles son las consecuencias (en este sentido habría también que considerar la repercusión insolidariza de este experimento para el conjunto del SNS), para así evitar situaciones de este tipo en el futuro, marcar unas reglas de juego solidarias, mejorar el sistema de toma de decisiones locales y finalmente (y lo más importante para el caso concreto de Madrid) tratar de aprovechar al máximo aquello de que ya disponen.

Sin embargo, en el artículo también se apuntan otras cuestiones no menos interesantes (tanto más, cuanto que afectan directamente a la posibilidad de aprovechar lo que ya se ha creado en Madrid, Alcira, etc.) de entre las que estacan dos: ¿es positiva la participación del sector privado en la provisión de la asistencia pública? o ¿resulta beneficiosa este tipo de iniciativas para los profesionales sanitarios? cuya respuesta en el artículo resulta ser igual de concluyente en sentido negativo sin que yo tenga muy claro que así sea.

Por el lado del dinero decir que la cooperación entre el sector público y privado en Sanidad no es necesariamente mala, es más, tal y como apuntan las tendencias de gasto sanitario no parece descabellado pensar que en la capacidad de cooperación de ambas está encerrada la clave de buena parte de las soluciones futuras. Por eso, la comparación con lo que está ocurriendo en otros sectores, igualmente regulados por el estado (como el bancario) pero en los que la provisión de servicios es enteramente privada parece más un recurso estético que una auténtica reflexión sobre el fondo del tema. Un tema en el que iniciativas como la de Madrid (Alcira, Baleares y tantos otros hospitales del NHS) quien sabe si terminarán constituyendo firmes puentes para conciliar los intereses de ambas sanidades (la de financiación pública y la privada) para alcancen un modelo de cooperación necesario para la sostenibilidad del sistema.

Finalmente, y por el lado de los RRHH, me temo que atribuir como causa de la descapitalización social y moral del personal a un modelo de gestión es poco justo. Habría que revisar, en su defensa, la situación de partida del sector antes de la aplicación del modelo, no fuera a ser que ya existieran tales sentimientos. Además, y sin entrar a valorar en detalle el fondo (eso se lo dejamos a los sindicatos y las direcciones nacionales y autonómicas de personal) siempre podremos plantear la duda razonable de si puede un modelo (y por tanto, una herramienta) tener semejantes atribuciones o este tipo de capacidades parecen más relacionadas con las personas: as que lo ponen en marcha, las que lo sufren, las que lo critican, las que lo defienden,...

Un placer poder participar en el foro y, de nuevo, enhorabuena por la iniciativa y por el espacio de debate que supone.