sábado, 23 de enero de 2010

¡Malditos liberales de pacotilla!




A ver: se supone que los que venimos de una tradición socialdemócrata, comunitaria o comunista (a saber qué significa cada cosa en estos tiempos), estábamos enfrentados a algo llamado liberalismo o neoliberalismo, que quería reducir la intervención pública al mínimo posible, estimular el egoísmo y el individualismo, y crear poderosos (e incluso crueles) incentivos para que la búsqueda del bienestar individual llevara al colectivo (vía mano invisible del famoso Adam Smith).

La mano invisible siempre nos ha desconcertado, pero cuando observamos el mercado (en el que participamos cada mañana), no deja de sorprendernos su cualidad de ordenar el caos de los comportamientos humanos: en “La riqueza de las naciones” (1776), Smith decía: “…no es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero de lo que esperamos nuestra cena, sino de sus miras al interés propio, y nunca les hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas”.

El intento de organizar la economía desde el Estado, desarrollado en los países de economía socialista desde 1917, era la principal impugnación de este principio; el Estado planificador, que partía del criterio de necesidad colectiva para ordenar las transacciones, sin embargo fue degenerando por un pequeño detalle que había pasado inadvertido: los decisores colectivos se corrompían; Bakunin lo dijo primero; Trotsky lo comprobó en carnes propias después; las burocracias de los partidos comunistas se hicieron el poder y crearon un despotismo poco ilustrado apoyado en una enorme coerción, que fue deslegitimando rápidamente todo el proyecto de cambio social. La rebelión en la granja de Orwell aportó la metáfora decisiva de tan dura y dramática experiencia.

Y así, el mundo, tras la caída del muro de Berlín, quedó huérfano de proyectos sociales de cambio consciente y deliberado. Sólo el abismo Norte - Sur quedó para mostrar la palmaria injusticia y desorden de nuestra atormentada especie humana. Quedaba aún la fe en el desarrollismo tecnológico: algo consiguió, aunque los rendimientos hicieron más ricos a los muy ricos; pero incluso esto se desboca y conduce de forma imparable al cambio climático y a los problemas de sostenibilidad (la incorporación de China e India al desarrollismo salvaje). La crisis actual de la economía, demuestra que la retirada del Estado ha sido tan radical que ni siquiera es capaz de arbitrar y mitigar el pillaje colectivo. El egoísmo se torna temerario y suicida. Y en plazos tan cortos que dan vértigo.

La buena gente, que es de natural poco egoísta y que sufre ante el infortunio de otros, busca alternativas a un mundo cruel que entroniza el individualismo e inclemencia feroz. Algunos damos con otro Adam Smith; en la La teoría de los sentimientos morales” (1759), afirma: “Por muy egoísta que se suponga que es el hombre, es evidente que hay en su naturaleza algunos principios, que le hacen interesarse por la fortuna de los demás, y hacerle necesaria su felicidad, aunque nada derive de ella si no es el placer de verla”.

Sobre esta precaria base han compuesto los liberales compasivos los conceptos de beneficencia y caridad (nacional e internacional); sabemos que hay mucha diferencia entre éstos y la consolidación del bienestar en forma de derechos colectivos. Pero no obstante lo anterior, se inicia una búsqueda de convergencia, que intente recomponer los vínculos rotos entre democracia, acción colectiva, altruismo y libertad individual. Y en este delicado reencuentro, nos asomamos al balcón ante el sonido de la estridencia de los liberales de pacotilla.

Esperanza Aguirre por ejemplo: liberal a su modo, aunque patentando la libertad como valor propio. Esto en España lo ha tenido difícil la derecha política, viniendo de donde viene (la dictadura de Franco lo dejó difícil). Pero ahora ya pasó tiempo, y algunos proponen GOBERNAR SIN COMPLEJOS; apropiarse de las banderas que haga falta, y moverse con todo el desparpajo, usando las nuevas técnicas del marketing político.

Y sobre esta base, se lanzan a ocupar como botín de guerra las instituciones públicas, para reducir los espacios de libertad de los individuos que en ellas trabajan; y de forma más sorprendente (en la carpetovetónica variante de la derecha española) para dictar regulaciones que reducen objetivamente el espacio de autonomía moral del individuo.

El comportamiento oportunista partidario de los liberales es tan desmedido, que sonroja; ver Telemadrid es entender la diferencia entre sesgo político (el habitual) y manipulación desvergonzada tribal (ni siquiera partidaria, ya que es un clan dentro de un partido el que convierte el espacio público en espacio particular). Sin desparpajo se toman decisiones que afectan nuestra hacienda y la de las generaciones futuras; y sin rubor se reduce el espacio social y profesional; la libre designación (libérrima apropiación) llega tan lejos como al nombramiento de jefes de servicio de traumatología. Gobernar sin complejos es la divisa; “para eso hemos ganado las elecciones”… De forma sorprendente nos vemos que el Estado de la mano de los nuevos liberales invade el territorio social y profesional, migrando de Adam Smith a Ceacescu o similares límites del otro lado del espectro.

En el otro ámbito, la moral individual, queda violentada cuando se quieren acotar derechos individuales (laicidad del estado, matrimonio de homosexuales, interrupción voluntaria del embarazo, etc.). Extraña alianza liberal-clerical: liberales de cintura para arriba, puritanos de cintura para abajo.

Y en este lamentable declive de las ideas y auge de los pillos, nos encontramos intentando generar desde la izquierda un pensamiento mas abierto, participativo, y de cambio de valores; buscando congeniar cambio social con democracia; acción colectiva con libertad individual; desarrollo económico y respeto a la sostenibilidad del planeta … cuánto trabajo intelectual y emocional… qué fácil lo tienen aquellos oportunistas, esos liberales de pacotilla, que sólo tienen la divisa de “¡Toma el dinero y corre!”


4 comentarios:

Anónimo dijo...

El gran "perodista" SERGIO ALONSO DIJO (en el "gran periódico" de la SANIDAD conocido como GACETA MEDICA):
(....)
Sea como fuere, lo cierto es que se le avecina un duro trabajo en medio de este complejo panorama a José Manuel Freire, consejero de Sanidad del Gobierno vasco en la primera etapa del PSOE, ex responsable federal de Sanidad de esta formación y flamante asesor áulico de Gómez en materia sanitaria. Hombre honrado, cabal, fogueado en mil lides, anglófilo y de firmes convicciones, el nuevo lazarillo en el que se apoyará el cuestionado líder de la convulsa Federación Socialista Madrileña cometería un grave error si se deja llevar por la vieja escuela y encamina a su guiado por la conocida senda de lo público-privado. Pocas cosas hay que aburran más a la clientela electoral que este discurso tan maniqueo y, a veces, tan hipócrita, que el PSOE omite convenientemente allá donde gobierna. No es éste el día ni el lugar para recordarle a Freire los movimientos de la compañía Pascual, el modus operandi de las empresas públicas o la expansión de la privada en la provincia de Málaga. Tampoco es el día de recordarle dónde está el origen de las EBA y la autogestión en primaria, o los conciertos con mutuas y entidades privadas para la gestión de lo público. Geli, que en este aspecto sigue la escuela de CiU en Cataluña, podrá ofrecerle explicaciones detalladas. Tampoco es hoy lugar para ofrecer la lista de autonomías que secundarán a Güemes y unificarán gerencias para ahorrar costes. Él mismo atesora experiencia suficiente para saber que lo importante no es quién gestione, sino el resultado que ofrezca dicha gestión. Su etapa como gerente del Anderson Cancer Center en Madrid le proporcionará recuerdos de cómo estaba el hospital cuando él llegó, y cómo lo dejó cuando abandonó el puesto. Más claro, el agua.

Freire encaminará a Gómez a su muerte política si se empecina en arrastrarle por el discurso rancio y casposo de la privatización. El nuevo asesor del aburrido líder socialista madrileño ha de poner el acento en la gestión en sí misma, pues nada llega mejor a los votantes que la denuncia del mal funcionamiento de los servicios financiados con dinero público, sean gestionados o no de forma privada. Y casos de anomalías tiene a centenares, pues ya se sabe que los hospitales son organizaciones complejas integradas por mil familias distintas que a veces se vuelven ingobernables. El libro blanco de la sanidad madrileña que prepara el ex gerente del Andersen —¡qué poca originalidad para el nombre!— no ha de pasar por alto estas cuestiones, aunque todo apunta a que al final, si Freire no lo remedia, el documento no será más que un compendio de lugares comunes, frases hechas de la Fadsp, resúmenes del pensamiento de la Plataforma 10 Minutos —lo que duró su existencia— y algunas de las diatribas de la Sociedad Madrileña de Médicos de Familia contra la política sanitaria de Esperanza Aguirre. Si el nuevo asesor no huye de estos mimbres, como hizo Simancas, ni moderniza el mensaje opositor, Tomás Gómez estará definitivamente amortizado

Jorge Pacheco dijo...

En Chile luego de 20 años hemos virado hacia la derecha liberal-clericista.

No se que va a resultar, pero creo que nada bueno.

Saludos!

Anónimo dijo...

SERGIO ALONSO si que entiende lo de toma el dinero y corre...

VERGÚENZA PERIDODÍSTICA

Anónimo dijo...

TARARI TARARI el dinero no lo ví